Cuestiones de anomia ecológica

Por Alber González



Culminaron los festejos por el 97º aniversario de la localidad.
El fin de semana sin dudas que mostró - nuevamente - a Huergo como sinónimo de crecimiento a nivel poblacional y como vidriera para el resto de las localidades del Alto Valle Este.
¡Pero!... seguimos demostrando, como sociedad, que en realidad somos suciedad. No es una simple oración cacofónica. Es una fracción de realidad recortada por quien escribe para resaltar el mal aprendizaje del cuidado del medio ambiente.

Y digo "mal aprendizaje" en lugar de "mala educación" porque simplemente ignoramos el mal aspecto pero sobre todo el daño que le hacemos a nuestra casa llamada planeta  después de haber aprendido en la escuela que "la basura va en el cesto".
No es una noticia ni una crónica de hoy lo que acá menciono. Parece ser que como comunidad de Huergo (es el lugar en donde vivo, por eso la referencia propia) tenemos que hacer un mea culpa de una vez por todas. Papeles, plásticos, botellas... en fin: basura, son los elementos que vemos todos los días en nuestro círculo territorial.
La utilidad ornamental que le damos a los cestos de basura es implacable. Es marca registrada de nuestro entorno geográfico.
Ante esto me planteo dos hipótesis. A saber: 1) O son "los de afuera", tanto comerciantes ambulantes y gente que viene a presenciar las jornadas festivas; 2) O somos nosotros los que verdaderamente decoramos de basura las calles de nuestra "querida" localidad. El entrecomillado último viene de la sospecha derivada de la realidad de esa palabra. Ahora bien, planteadas las dos alternativas de "quién tiene la culpa" voy a reseñar otro aspecto que nos caracteriza como huerguenses; y de paso aclarar que no se trata de un asunto de "nosotros" o "los de afuera", sino de respetar este suelo.
Trasladando lo micro del tema aniversario, también podemos dirigirnos a lo macro con una ejemplificación: en el trayecto - por calle Almirante Brown - de la parte urbana hacia la zona de bardas deben haber, por lo menos, diez carteles con la insignia "No arroje basura" o su imperativo (con el que estoy de acuerdo) "NO SEA SUCIO" inscripto de esa manera, con mayúsculas. Quiere decir que asumimos esa calificación de la que el letrero hace gala. Yo me pregunto: ¿no estamos ya en el Siglo XXI, donde tenemos servicios públicos que se encargan de trasladar - como se debe - los residuos de los hogares al basurero municipal? La respuesta es SI. Pero parece ser que ubicamos nuestra manera de pensar en doscientos años atrás donde ni siquiera en la cúspide de Occidente (sobre todo Europa, con la banda de capitán que tenía Inglaterra) se tenía acceso a estas tareas por parte de "la espada" (el Estado).
¿Y esto que quiere decir? Sencillamente que somos SUCIOS. Y acá no se trata de decir quién es particularmente, porque en ese caso todos podemos decir "¡No! Yo no soy. Son los del barrio X". ¡Mentira! Por donde uno camine en Huergo se va a tropezar con un envoltorio de papas fritas, con una botella de gaseosa vacía o con los boletos del colectivo tirados en la calle.
Sinceramente me molesta mucho haber tenido que mostrar estas imágenes de la parte céntrica en el post-aniversario. Y sin dudas que lo que más me molesta es ver GENTE GRANDE cometiendo actos de irresponsabilidad para con su propia ciudad, cuando es a corta edad que esos adultos retan a los chicos que dejan tirado un papel en su casa.
Ya es hora de aceptar un desafío que es el de cuidar nuestra localidad, ¿no les parece? Por lo menos "hagámoslo para dejarle un aire limpio a las generaciones que van a venir". ¿Qué culpa tienen esas generaciones que nosotros seamos sucios?
Para pensar...